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Areté

A la caza de la arquitecta.

Capítulo III
Como el veranito ya estaba aquí, tomé una sabia decisión: pasar de todo, pegarme las vacaciones que me viniera en gana y no pensar ni en dineros ni casas ni nada, vamos el ser un inconsciente por tiempo limitado. Tampoco es que exagerara mucho (estuve unos días por Asturias y Cantabria) pero bueno al menos hice más o menos lo que me apeteció.
Y con la llegada de septiembre me puse las pilas con los arquitectos, hablé con mi primo que es aparejador (o como se llame ahora) y con los consejos que me dio, entré en contacto con un par de arquitectas, una que me recomendaron unos amigos de Jesús y Lourdes y la “oficial” de la urbanización. Entre precios y sensaciones, más lo primero que lo segundo, todo hay que decirlo, me quedé con la “oficial”. Salía bien de precio, estaba haciendo el proyecto de nosecuantos chalets de la urbanización y cumplía otro requisito básico, ya la conocen en el ayuntamiento con lo que supuestamente me van a poner menos pegas a la hora de darme la licencia de obras, que por cierto me ha dicho que se encargaba ella de solicitar aunque por supuesto la pago yo.
Bien todo muy bonito pero llega la hora de la verdad, saber exactamente que quieres, después del empacho de casas vistas, pues solo se te ocurre decir a ver, pues, que sea apañadita, que tenga tres habitaciones, un salón majo, dos baños, garaje, buhardilla... Y empezamos con los cambios:
-La pendiente de la parcela es hacia atrás, ya no lo van a alisar más porque los cimientos tienen que estar sobre suelo firme, así que si ponemos buhardilla, vas a acabar con una casa de tres plantas que seguramente va a superar la altura máxima edificable... Hacemos más grande la casa o le ponemos otra sala?- dice la tía.
- Pueeeees – digo yo. Y ahora qué, pienso, si casi me iba a ir a vivir a la buhardilla de todos los planes que tenía para ella...
Y por fin llega un salvador:
- También podemos hace un semisótano toda la planta, dejas una zona para el coche y el resto para lo que quieras...
Así que todo lo que pensaba hacer arriba lo paso abajo, así como la bolsa. Que lo siguiente que hice fue preguntar y esto cuanto me costaría más o menos? Jooooder, tanto. Bueno, habrá que hacer la casa un poco más pequeña.
-Vale, te lo piensas y me llamas el martes, y para el próximo fin de semana te hago un dibujito para que te sea más fácil orientarte.
Esta frase de me lo dices el martes será recurrente en mi relación con ella, todo es me lo dices el martes. No podríamos quedar los martes en vez de los sábados?
Así pues el martes, le di mi respuesta y me dijo otra de las frases que marcan nuestra relación, mejor no vengas el sábado que como estoy muy liada no sé si me va a dar tiempo a acabarlo, yo te llamo cuando lo tenga... Y ale a esperar un día tras otro, cuando ya te quemas un tanto pensando en los plazos y en cuando tienes que soltar la pasta que falta por el terreno (finales de marzo) y que te la tiene que dar el banco, pues la llamas entre mosqueado e implorando, la tía debe tener un detector ultra-eficaz porque siempre en estos casos queda para enseñarte algo.
Llega el famoso día de los primeros dibujitos, y la verdad es que básicamente me gusto bastante lo que trajo, se negó a darme una copia por si acaso, que todavía no tenemos contrato firmado, pero me dijo que me pensase para el... (una cerveza virtual si aciertas el día), sí has ganado, para el martes si quería algún retoque.
A todo esto, los días, más bien las semanas van pasando. Llegado a este punto decido ir de nuevo de visita bancaria y gracias a la experiencia pasada con los bancos, me lanzo a las sucursales situadas en el pueblo, que al menos ya conocen la urbanización y no me van a mirar como si estuviera situada en la luna. A la segunda visita, bingo, me ponen buena cara y me prometen todo, que sí, que sí, que no hay problema, tráete un par de nóminas, la renta y sin problema. Se lo llevo y sigue el idilio, me darán la pasta me dicen. Si da tiempo a que esté listo el proyecto para fin de mes, por el total, si no primero por el terreno y luego ampliamos la hipoteca para el resto, eso sí esta segunda fórmula me costaría más: dos veces el notario, el tasador, etc.
Así que ahora sí que empieza el marcaje de verdad a la arquitecta... Oteo el terreno, olfateo cualquier indicio y sobre todo la llamo mucho, le doy coba, todo lo necesario para que me tenga el proyecto a tiempo.
Puede que funcione la cosa, este sábado me ha prometido que lo tendría, eso sí me dijo que el martes le respondiese a un par de cosas que quedaban pendientes y por supuesto que le llevase un pequeño adelanto (1200€ del ala).
¡Ya tengo un anteproyecto!
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Fachada
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Planta
Próximo capítulo a fin de mes: licencia, constructor y banco (suena terrorífico)

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